Empresa y reinserción social de personas privadas de libertad: más allá de la Responsabilidad Social Empresarial
El
trabajo en prisión cumple varias funciones, todas ellas muy importantes en la
vida de las personas privadas de libertad y, sobre todo, en su futuro.
En
primer lugar, el trabajo tiene una función educativa, que permite recuperar (o
generar) hábitos laborales básicos, también sociales. Estos hábitos serán de
especial relevancia para la recuperación de la normalidad y la reincorporación
al mercado laboral de las personas que han pasado por la prisión. Se aprende a
cumplir horarios y a ser puntuales, a respetar a los compañeros y superiores, a
organizar el tiempo, a trabajar en equipo o a recibir órdenes y ser corregidos.
El
trabajo en prisión permite, también, una determinada organización del tiempo,
que repercute directamente en el estado de ánimo individual y colectivo. El
taller de trabajo se convierte, además, en un espacio que favorece una
socialización en condiciones de cierta normalidad.
En
tercer lugar, el trabajo ayuda a la mejora de la autoestima y la motivación de
las personas en prisión, incidiendo directamente en la continuidad del proceso
de reinserción. Influye positivamente en la participación en otras actividades
formativas, lúdicas, culturales... que permiten reducir la sensación de
sufrimiento que provoca la falta de libertad.
Finalmente,
el trabajo en prisión permite obtener una remuneración económica, reforzando
los valores del esfuerzo y la recompensa. Permite obtener un sostenimiento
económico para la propia persona y, en muchos casos, para sus familias, y para
la satisfacción de la responsabilidad civil vinculada a la comisión del delito.
En
Cataluña, el modelo penitenciario tiene como objetivo principal la reinserción,
que no es más que la pretensión de rehabilitación de la persona que ha cometido
un delito y la prevención de la comisión de nuevos actos delictivos y, por lo
tanto, la protección de la víctima y de la propia sociedad.
El
modelo de reinserción en Cataluña es un modelo de referencia en el entorno
(próximo y más distante). Fundamentado en una visión global que alcanza todas
las necesidades de la persona privada de libertad en relación con su
reincorporación al mercado laboral, el modelo, que denominamos FOI
(Formación-Ocupación-Inserción), se define a partir de tres pilares.
Una
formación ocupacional de calidad asimilable a la que se puede recibir en
cualquier otro centro de formación en la calle, con espacios, contenidos,
equipos docentes y titulación homologados por el Servicio de Ocupación de
Cataluña.
Trabajo
remunerado e integrado al sistema de protección de la Seguridad Social durante
todo el cumplimiento de la pena, con un carácter eminentemente formativo (el
trabajo como herramienta, no como finalidad).
Acompañamiento
especializado en la parte final de la pena, para la búsqueda activa de
ocupación, facilitando la transición hacia el mercado laboral.
A
partir del principio básico de respecto a la dignidad humana, y a los derechos
más fundamentales, se construye un modelo de reinserción que conecta con el
derecho a la formación, al trabajo y al libre desarrollo de la propia
personalidad.
Ni la
formación ni el trabajo en prisión son en sí mismos un objetivo. Son una
herramienta, una herramienta muy potente, para la transformación de la vida de
las personas que cumplen una pena de privación de libertad, lo que equivale a
decir, para la transformación de la sociedad.
El
éxito o el fracaso del proceso de reinserción incide directamente en la persona
que pretende su rehabilitación, naturalmente. Pero también, y de manera
directa, en la sociedad en su conjunto, que es también, desde esta perspectiva,
víctima del delito.
Desde
esta perspectiva, y por cuanto hace específicamente a la formación ocupacional,
el trabajo en prisión y la inserción laboral, el éxito depende de la
participación, en sus términos justos, tanto del sector público como del sector
privado.
El
sector público puede aportar trabajo a los talleres industriales (imprenta,
textil, mobiliario…) y de servicios (dentro de los propios centros
penitenciarios), dotando al sistema de estabilidad y garantizando el
sostenimiento económico, imprescindible para cualquier actividad, sea pública o
privada. También tiene un enorme margen de actuación en cuanto al trabajo fuera
de los centros penitenciarios, en el régimen abierto (traslados, pequeñas
actuaciones de limpieza, mantenimiento y reforma de espacios...).
En
cuanto al sector privado, forma parte de la propia esencia del modelo de
reinserción laboral. Lo que se pretende es que quién cumple una pena de prisión
se pueda reintegrar al mercado laboral, y esto solo es posible a través del
sector privado. Es decir, solo se consigue si una empresa privada contrata a
esta persona en condiciones de normalidad.
Además,
para facilitar esta contratación, la persona que tiene que ir a trabajar debe
cumplir unos requerimientos técnicos, tiene que lograr una capacitación
profesional determinada por el propio mercado laboral. Estas aptitudes tienen
que ser definidas y desarrolladas conforme a los requerimientos de las empresas
que al final del proceso serán receptoras naturales del trabajo de estas
personas.
La
reinserción no es efectiva hasta que la persona se integra en el mercado
laboral, hasta que encuentra un trabajo con el cual desarrollarse como persona
y con el cual mantenerse y mantener a su familia. Un trabajo con el cual
integrarse en la red social de su comunidad y que permita su normalización con
visión de permanencia a largo plazo.
Esta
participación, como se ha visto, va mucho más allá de una simple colaboración
público-privada. Y también va más allá de una actuación de Responsabilidad
Social Empresarial por parte de las empresas.
La
colaboración de la empresa privada en el proceso de reinserción supone una
actuación de Responsabilidad Social Empresarial, y contiene todos los elementos
que la definen, altruismo, inquietud social, retorno social…
Pero
también la transciende, porque su actividad constituye la propia esencia del
proceso de reinserción y por tanto no puede ser considerada como un elemento
más, colateral o complementario, sino imprescindible y absolutamente necesario
para el éxito del proceso.
En
momentos como los que vivimos, especialmente en momentos de dificultad como los
actuales, se acentúan las diferencias y se corre el riesgo que las personas más
vulnerables y desfavorecidas queden también excluidas de las medidas de
recuperación.
Hoy,
más que nunca, las empresas tienen la oportunidad de participar en el proceso
de reinserción de forma activa, a través de una relación de partenariado
público-privada. Y todo ello cumpliendo, además, con sus objetivos sociales de
RSE y contribuyendo a la transformación de la sociedad.
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