VIOLENCIA DE GÉNERO Y TELEVISIÓN

Hemos asistido este fin de semana a un caso, más espeluznante, si cabe, de violencia de género. Un hombre, condenado por violencia doméstica, cumpliendo pena, esto es, bajo la custodia de la Administración de Justicia (penitenciaria), obtiene un permiso, mata a su actual pareja, quien había solicitado el permiso para él, e intenta matar a su expareja, de quien llevaba más de 13 años divorciado, y a unos vecinos, a los que apuñala. Para más escarnio, si cabe, el asesino llevaba puesta una pulsera electrónica GPS, recientemente aprobadas, y que no funcionó. Muchos son los frentes abiertos en el debate: la propia pena impuesta a los casos de violencia de género, los permisos carcelarios para este tipo de condenados, el uso y funcionamiento de las pulseras electrónicas, la reinserción… Aún reciente en mi memoria el caso de Alicante, en el que un hombre mató a su expareja tras haber participado en un programa de televisión (“El Diario de Patricia”, de A3, en 2007, que nos hizo recordar el trágico caso de Granada de 1997), he observado, con cierta satisfacción he de reconocer, que el tratamiento dado a noticias relacionadas con violencia de género ha sufrido una cierta evolución, a mejor, de unos meses a esta parte. Conceder al hecho la gravedad que realmente contiene, no sólo para la víctima sino para la sociedad en general, sin caer en el morboso espectáculo circense-televisivo; informar sobre las sentencias que se dictan, con las penas que conllevan estos terribles crímenes, y no únicamente de los errores judiciales, que también deben ser conocidos, por supuesto; publicar el teléfono contra los malos tratos, 016; en definitiva, conceder un tratamiento integral y objetivo a las situaciones de violencia de género es fundamental para la lucha por su erradicación. Queda mucho camino por recorrer, claro está, en este sentido. Son demasiadas, aún, las ocasiones en que se nos presenta el aspecto más morboso de uno de estos casos, terribles. Imágenes de sábanas ensangrentadas, intentos desesperados de obtener una declaración, en caliente, de las víctimas, insistiendo en las circunstancias más luctuosas… Me gustaría pensar que el camino se ha iniciado.

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