DEL DESPIDO LIBRE Y OTROS ABSURDOS
Más allá de las devastadoras consecuencias que la actual crisis económica está suponiendo para millones de familias en nuestro País, y cuyas secuelas arrastraremos, sin duda, durante varios años, existen riesgos de gran alcance que afectan a los propios fundamentos del estado de bienestar.
Durante los últimos meses hemos escuchado de la derecha y la patronal de este país (lo que es esencialmente redundante) en diversas ocasiones, de hecho cada vez que tienen oportunidad de hacerlo, que la solución a todos nuestros males pasa inexcusablemente por la reforma del mercado laboral. Naturalmente, cuando hablan de reforma quieren expresar flexibilización; y con flexibilización ocultan la verdadera finalidad de su razonamiento: el abaratamiento del despido o, más allá incluso, el despido libre.
El sistema de despido en España se corresponde, como es sabido, con un modelo de despido libre, sin exigencia de motivo, pero relativamente caro. En otros países de nuestro entorno, como por ejemplo en Francia, el modelo se caracteriza por lo contrario, es decir, un despido relativamente barato pero basado en causa justa en el que, además, el poder judicial juega un papel fundamental.
En cualquier caso, ambos sistemas suponen una salvaguarda para el trabajador, una garantía, económica en el primero, de objetividad en el segundo, para sus derechos.
La crisis económica es usada, pues, por patronal y derecha como una excusa para obtener su fin, aunque el argumento no puede ser más absurdo: un despido barato facilitaría a las empresas la contratación. Es decir, la creación de empleo sería efectiva en tanto que los empresarios pudieran despedir a los nuevos trabajadores sin coste (o con un coste sensiblemente reducido respecto del actual).
La falacia del argumento no necesita más explicación que su propio enunciado.
Las empresas contratarán, básicamente, cuando vendan sus productos, cuando la producción vuelva a formar parte de su proceso de vida. Cuando necesiten mano de obra. Y en ese momento poco importará que el despido tenga un coste u otro.
Que es necesaria una reforma del mercado laboral creo que ya nadie lo discute. La evolución de nuestra sociedad, la propia evolución demográfica, ha puesto de manifiesto ineficiencias en el modelo vigente: el aumento de la esperanza de vida, por un lado, y la posibilidad de acceder un mayor nivel de formación, por otro, plantean, quizá, la necesidad de posponer unos años el acceso al mercado laboral permitiendo la compensación con una jubilación más tardía. En otro orden de cosas, la mayor flexibilización de los procesos productivos puede permitir la implantación de nuevos modelos de contratación o la generalización del uso de modelos existentes aunque infrautilizados o utilizados incorrectamente (contratos temporales, a tiempo parcial, de formación…).
Me tranquiliza enormemente saber que el Gobierno está en esta tesis. Que se plantee lo que se plantee, que sea cual sea el modelo por el que finalmente se opte o las medidas que necesariamente se adopten, el Gobierno, y el Ministro de Trabajo en su nombre, no van a permitir la desaparición de uno de los fundamentos de nuestro sistema de protección social, no van a permitir que la crisis sirva de coartada para el recorte de los derechos de los trabajadores, ganados a sangre y fuego.
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