ORQUESTA ÁRABE DE BARCELONA
Asistí hace unos días a un recital de la Orquesta Árabe de Barcelona. Transcurridos los primeros minutos, de adaptación a un ritmo y una melodía diferentes a los que estoy habituado a escuchar, el ambiente creado por estos extraordinarios siete músicos invadió todo el espacio. Excepcional calidad musical, aderezada con un mensaje de paz universal que inspira sus creaciones.
El grupo, formado por músicos de Catalunya, Marruecos y Grecia, es un claro ejemplo de que la convivencia en paz entre diferentes culturas, religiones, sensibilidades, no es sólo posible sino que existe. Su propia existencia es un grito contra propuestas iluminadas como la del contrato de integración del Partido Popular. El contrato de integración de estos músicos es su propia música. Lanzaron mensajes muy evidentes, pero que conviene recordar para aquellos que aún no los han asumido: Islam no es terrorismo, inmigración no es delincuencia.
El tratamiento de determinadas cuestiones, normalmente en el plano más íntimo, más personal y por tanto menos planificado, menos artificial, es el que nos declara la verdadera esencia de las personas.
Ser demócrata, y no digamos ya ser socialista, no es una mera cuestión lingüística; no se es sólo por decirlo. El socialismo es una manera de ver las cosas, es una manera de vivir. Pero, por encima de todo, es una manera de relacionarse con las personas. Respeto a los demás, aceptación, sincera, de la diferencia, de la diversidad, tolerancia respecto opiniones opuestas a la propia...
Y todo ello, no en pomposas declaraciones, no en manifestaciones públicas... en hechos, en el trato del día a día, y empezando por quienes tenemos más próximos. Si no somos capaces de esto, difícilmente podremos ir más allá.
Que la integración es necesaria no precisa discusión. A través de la música, del arte, del trabajo en condiciones de igualdad... a través del cumplimiento de la ley. Nos hemos concedido leyes para permitir la convivencia, no necesitamos más que nuestra propia voluntad.
El grupo, formado por músicos de Catalunya, Marruecos y Grecia, es un claro ejemplo de que la convivencia en paz entre diferentes culturas, religiones, sensibilidades, no es sólo posible sino que existe. Su propia existencia es un grito contra propuestas iluminadas como la del contrato de integración del Partido Popular. El contrato de integración de estos músicos es su propia música. Lanzaron mensajes muy evidentes, pero que conviene recordar para aquellos que aún no los han asumido: Islam no es terrorismo, inmigración no es delincuencia.
El tratamiento de determinadas cuestiones, normalmente en el plano más íntimo, más personal y por tanto menos planificado, menos artificial, es el que nos declara la verdadera esencia de las personas.
Ser demócrata, y no digamos ya ser socialista, no es una mera cuestión lingüística; no se es sólo por decirlo. El socialismo es una manera de ver las cosas, es una manera de vivir. Pero, por encima de todo, es una manera de relacionarse con las personas. Respeto a los demás, aceptación, sincera, de la diferencia, de la diversidad, tolerancia respecto opiniones opuestas a la propia...
Y todo ello, no en pomposas declaraciones, no en manifestaciones públicas... en hechos, en el trato del día a día, y empezando por quienes tenemos más próximos. Si no somos capaces de esto, difícilmente podremos ir más allá.
Que la integración es necesaria no precisa discusión. A través de la música, del arte, del trabajo en condiciones de igualdad... a través del cumplimiento de la ley. Nos hemos concedido leyes para permitir la convivencia, no necesitamos más que nuestra propia voluntad.
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